Prisionero en la Arcadia

Vice, The Awl, The Guardian, Jacobin, Aeon, The New Inquiry…

Salvo puntuales y honrosas excepciones es difícil encontrar publicaciones en castellano analizando la cultura del siglo XXI. Hay cientos de sitios y revistas que, pasado el Mediterranean Tech Delay, publican lo que ocurre, pero no es eso a lo que me refiero.

Hablo de los Paul Ford y los Ian Bogost. Robin Sloan, Jess Zimmerman, Kashmir Hill y Quinn Norton. Morozov, Carmody, Standage y Madrigal.

Voces con miradas interesantes y perspectivas relevantes. Ojos prestados que nos dejen ver lo oscuro que está. Rostros pálidos y enjutos, aquellos a los que temía el Cesar, que apunten con el dedo a las sombras y nos digan de donde vienen esos ruidos.

¿Pero es esto siquiera posible? ¿Se puede hablar sobre la Arcadia algorítmica desde el castellano? ¿Perforar el suelo con unas tijeras? ¿Cómo escribir desde la honestidad cuando cada termino es prestado in extremis? Drones, bots, HFT, hack. El diccionario no alcanza.

Por más de una década yo mismo he desistido más veces de las que quiero aceptar de escribir en castellano sobre tecnología y cultura. ¿Desidia? ¿Absorción cultural? No lo sé. Por alguna razón los posts se empiezan a escribir en inglés en mi cerebro.

Sin embargo, de Pascuas a Ramos me encuentro con un símil perfecto que resuena perfectamente en la cabeza del hispanohablante. Y entonces… el desconsuelo. Ese desfase entre audiencia, texto y contexto. ¿Es esa la razón última de este páramo?

No lo sé. Pero a veces me gustaría que alguien demostrase que no es así.